No son los mejores días para el sector petrolero ecuatoriano. La industria atraviesa días complejos y las mismas autoridades han señalado que se vive una crisis que atraviesa todas sus áreas: producción estancada con tendencia a la baja, problemas en los oleoductos por la erosión regresiva del río Coca y el mal estado de la Refinería de Esmeraldas.
Esta realidad se refleja en los números. Ecuador ha perdido protagonismo internacional como país petrolero y está a punto de salir del top 30 de naciones productoras, al ser superado por otros países que han impulsado su actividad como Guyana o Argentina, según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos.
El Ministerio de Finanzas ha señalado que, actualmente, solo USD 0,80 de cada USD 10 de los ingresos petroleros del país van para el presupuesto del Gobierno, lo cual da cuenta de una declinación del aporte petrolero.
¿La razón? La cartera de Estado ha apuntado al incremento de la importación de combustibles, ante una mayor demanda del país por problemas energéticos, el aumento del parque automotor, el contrabando, etc..
Esto ha obligado a gastar más dinero para comprar hidrocarburos.
También se enfrentan los inconvenientes de la refinación. El procesamiento de crudo se ha reducido 30% debido a las constantes paras de la Refinería de Esmeraldas.
Además, está la ineficiencia de Petroecuador.
El bombeo de crudo ronda los 480 mil barriles de crudo al día y, por ahora, la meta del Gobierno es que esa cantidad se mantenga hasta cerrar el 2024, según ha mencionado el gerente de Petroecuador, Diego Guerrero. Ecuador está lejos de los 550 mil barriles por día que producía en 2014, máximo pico histórico, según los registros del Banco Central del Ecuador.
Y los números actuales pueden ser pasajeros. Todavía no esta del todo claro cómo será el cierre del Bloque 43-ITT, tras la consulta popular de agosto de 2023, que dispuso el fin de la actividad petrolera en el área del Parque Nacional Yasuní.
En el reporte del Servicio Ampliado que Ecuador suscribió con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se da una idea de lo que puede ser la política petrolera del país en los próximos años.
El Gobierno se comprometió a incrementar la producción petrolera en otros campos, para compensar el inminente cierre del Bloque 43-ITT, con la ayuda de inversión privada.
De hecho, el Gobierno de Daniel Noboa ya ha señalado que busca un viceministro de Hidrocarburos que esté dispuesto a firmar licitaciones de proyectos petroleros con rapidez. Incluso, el Gobierno no ha descartado entregar el campo Sacha, denominado como ‘la joya de la corona’ del sector petrolero, a manos privadas.
Por su ineficiencia y diversos factores, Petroecuador no cuenta con los recursos para poder invertir en exploración de riesgo y en la perforación de nuevos pozos petroleros, actividades fundamentales para incrementar la producción y aumentar las reservas.
Sin embargo, la atracción de capital privado a la actividad petrolera nacional no será una tarea fácil. La inseguridad jurídica complica a la actividad económica del país y aún más al sector petrolero.
La consulta popular para definir el cierre del ITT ha enviado un potente mensaje al mundo: Ecuador quiere menos actividad petrolera y cualquier proyecto puede ser frenado, pese a que se hayan invertido importantes sumas de dinero.
Esa es una de las explicaciones por las que, pese a los cambios en la legislación de los contratos petroleros, ha habido poco éxito suscribiendo nuevos acuerdos con empresas privadas. Entre los pendientes está la Ronda Suroriente, para la licitación de 13 campos petroleros, proceso que no se ha concretado en los tres últimos gobiernos.
Autora: Carolina Enríquez Paredes